15.8.12

Esas, las que son eternas

Era ella.
Deambula vagabunda por entre los sudores citadinos y los sueños imposibles. Sonríe a la melancolía de las noches prostitutas, mientras llora las ausencias, esas, las que son eternas y se desespera en el fallido intento de ocultar las dudas y los miedos dominantes. Piensa ahora que la inexactitud de los placeres que se refugian en la carne y las pesadillas atrapadas en las telarañas de la luna sobre su cabeza, no son más que desamores nacidos en el ocaso de Saturno.