13.1.13

Los ojos desbordantes de deseo por ver los colores vibrantes que tenía esa vida, la que pasé junto a ti. Eramos dueños y señores de nuestro presente pasado y futuro.. estabamos juntos, nadie nos podría quitar eso, me tenías siempre junto a ti gracias al delgado hilo rojo que amarraste justo en la base de mi dedo meñique, me  regalaste un algodón de azúcar con sabor a  nubes, esas que eran esponjosas y se me escapaban de la boca, hasta que logré pasarme una entera y me convertí en ameba, una azul, con sombrero negro.Como el de las chicas superpoderosas. Recuerdas?  Tenía miedo, pero las plantas respiraban y bailaban al son de nuestras exhalaciones. Que cómo veía mi futuro contigo? que qué pasaba con los sueños rotos? el mundo se caía a pedazos con preguntas punzantes de las que no tenía respuesta o de las que temía darlas.
Pero sabes? Me imagino un todo contigo, de la misma manera en que viví esa vida, esa la que estaba llena de espirales, resortes de risas de colores y unas cuantas lágrimas que se fundían en tus manos que me arrullaban como a la niña pequeña que soy o parezco ser. Luego nos perdimos en el incesante sonar de una armónica que colgaba de mi cuello, una que no me abandonó incluso hasta mi otra vida, después de esa muerte que me llevó a amarte con indecisión..pero a amarte al fin y al cabo.
En ese va y ven de temores y placeres viví un eternidad efírmera a tu lado, una en donde nos miraban pero no existían, donde escuchabamos silencios que nos escucharían de vuelta, donde amarnos podía estar bien y no tener final, como aquí, en esta vida, la que siguió después de la muerte contigo.
La noche, las estrellas, el sol y la nubes, acompañaban incanzables nuestra vida, al compás de los latidos, al compás de la pequeña "Little Lady" que no dejó que me perdiera, ni cuando extraían un pedazo extraño que aquí los seres de dos ojos llaman "muela", allí también me acompaño!, incluso en ese llanto, en esa, otra de mis tantas muertes.
Un día me encontré con que el amor dañaba, pero también construía. Tenía miedo, de amarte y de ser destruída, de no ser correspondida, de quedar desbastada tras la muerte, tras el abandono. Luego me di cuenta que algo dentro de mi me torturaba haciéndome creer que todas esas cosas malas pasarían tal cual las imaginaba, pero sabes? curiosamente, después de vivir contigo una vida llena de colores y sonidos de una armónica, me di cuenta de como amarte, amarnos, podría ser fructífero y amable, aún sabiendo que las cosas no son eternas en este mundo raro donde la eternidad no existe, donde los seres se apagan y lo llaman muerte, es como si durmieran para siempre. Es todo tan extraño aquí, en la eternidad que viví unida a ti por acción del hilito rojo que nos unía para siempre, nosotros jugabamos desnudos en el cosmos jugando a encontrar un planeta más que el otro. Me di cuenta que amarte aún en este mundo destinado a la muerte por acción de lo que llaman tiempo, podía ser posible, viable, podía ser bello y constructor. Podía amarte y pensar en la risas y las lágrimas que tendríamos que aguantar del otro, podría amarte en este mundo donde no existen espirales de risa que te transporten a un color, donde no existen más que los minutos y las horas que latigan tu cuerpo desgastándolo hasta envejecerlo y marchitarlo, para que no puedas volver nunca más al cosmos, a jugar, ni a ver la entrada triunfal y glamurosa de la luna con las estrellas expectantes.
He decido a pesar de todo, amarte en este mundo lleno de minutos y escazo de espirales, donde no comes nubes ni te conviertes en ameba. He decidido amarte aquí, donde no tendré una vida contigo, pero tendré un fragmento de ella junto a ti,  donde compartiremos el sonido de la armónica, donde existen las cosquillas para hacerte reir hasta que tus dos ojos queden inundados de aguita salada. He decidido amarte, para que me ames aunque tenga miedos, aunque hable poco cuando debo hacerlo, aunque sea incapaz de tantas cosas, aunque me sienta  como polvo, pero no de estrellas, sino de ese que me ensucia el mar y me cae en los ojos para hacerme llorar. He decidido amarte, hasta que el tiempo desgaste también el amor y este decida: dormirse para siempre.